03 marzo 2011

Extraños de Iván Farías


El cuento es un territorio privilegiado. Es ahí donde las historias pueden vagar por los destinos que decida el autor.

Para los lectores que buscan la efectividad de la palabra, la imagen extraordinaria y el golpe maestro, no creo que sea una lectura recomendable, no cumple con las reglas tradicionales del género: “Muy severo: alguna vez lo he comparado con una esfera; es algo que tiene un ciclo perfecto e implacable; algo que empieza y termina satisfactoriamente como la esfera en que ninguna molécula puede estar fuera de sus límites precisos” (Cortázar). No, definitivamente Extraños (Tierra Adentro, 2010) de Iván Farías Carrillo (Ciudad de México, 1976) no tiene esa pretensión. Su virtud, precisamente es la imperfección; dolorosa y agridulce manera de asomarnos hacia la vida.
La lectura de Extraños de Iván Farías es un reencuentro con mis lecturas más queridas: Poe, El conde de lautremont, Baudelaire, Mallarmé, Verlain, John Kennedy Toole y el multi leído Charles Bukowski y Eusebio Ruvalcaba. Para muchos, estos autores han sido motivo para vivir en la literatura. Ojo. Con esto no quiero decir “a la escritura”, sino a la poética forma de destrucción humana que contradictoriamente cunde al lector de emociones.
Cuando Iván me regaló su libro en la casi extinta cabina de Radio Funk, puso en la primera página: “Para el Cartas, este catálogo de nostalgias y amores”. Y en verdad que no se equivocó, dentro de los dieciséis textos no hay uno que se escape de la nostalgia, de los amores que nos dejan jodidos. Me gusta la leer ese tipo de libros en donde no existe el artificio, los juegos salen sobrando. En Extraños hay carne y sudor, peste, humo, alcohol, hombres y mujeres derrotados, sonrisa del que gana. Después de leer el libro de Iván Farías se quedará bajo la lengua la amargura, la sensación de la derrota. Sin duda su lectura nos recordará la materia prima del humano. Cada uno de sus lectores sabrá a lo que me refiero.





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