15 noviembre 2010

El pasado de los Coloquios Vervantinos


Noticia que se divulgó rápido a través de la prensa escrita, radio y televisión —que muchos de ustedes conocieron por medio de alguno de estos medios— el fallecimiento de don Eulalio Ferrer nos despertó el miércoles 25 de marzo de 2009.


En ese momento contaba con 89 años de intensa vida en dos continentes unidos por la lengua española.

Para los organizadores de los Coloquios Cervantinos desde el Museo Iconográfico del Quijote (MIQ) fue una noticia doblemente dolorosa: la desaparición de un gran humanista y, por otro lado, el animador de encuentros internacionales sin antecedente en la ciudad de Guanajuato tanto por su alta calidad y continuidad actuante durante 20 años.

Desde el 5 de noviembre de 1987 en que se realizó el Primer Coloquio en el Auditorio general de la Universidad de Guanajuato y el día siguiente que signó la ina-auguración del Museo Iconográfico del Quijote, la presencia de Eulalio Ferrer cobró vínculo con el mundo cervantino en la ciudad minera guanajuatense.

Tuve la fortuna de asistir a sendos acontecimientos —en mi calidad de Director de la Escuela de Filosofía y Letras de la U.G.—. En fechas previas el rector en ese momento, Santiago Hernández Ornelas, me participaba el proyecto de largo alcance que don Eulalio le había presentado: se hablaba del propio museo, colección particular hasta ese entonces, de un Centro de Estudios Cervantinos, de un sistema de investigadores profesionales que articularan a cervantistas de todo el mundo congregados en una ciudad tan pequeña y simbióticamente universitaria y que emulara a aquellos albergues de los institutos de estudios cervantinos en la península europea.


Pero como objetivo principal e inmediato era precisamente la creación de un museo dedicado a la iconografía y representaciones artísticas y artesanales alrededor del personaje aventurero de La Mancha.

Aquí es importante subrayar el papel (nótese que no utilizo el galicismo "rol") que desempeñó la personalidad de Ferrer con las cabezas de los gobiernos estatal y municipal de Guanajuato y con el rector universitario, como dije antes, para crear las condiciones propicias para forjar tan complejo proyecto que en ese momento se nos dibujaba y antojaba como un bosquejo en lontananza.

El santanderino Ferrer había conocido la ciudad de Guanajuato en sus andanzas de publicista; grabando para la televisión mexicana programas de música vernácula a lo largo del país; al conocer la ciudad minera se enamoró de su sabor añejo, de sus plazas y callejones, de los apeñuscamientos de sus casas agarradas de los cerros limítrofes de la cañada.

Para entonces su fervor por el personaje del Quijote ya estaba arraigado en el recuerdo doloroso de sus días en el campo de concentración francés donde la lectura de la novela gratificaba su intercambio por un atado de cigarrillos.

Casi al tiempo, se emocionó, como muchos locales y foráneos, con la representación de los Entremeses cervantinos (febrero de 1953) en la plazuela de San Roque, punto de confluencia de calles empedradas que suben y bajan y de la iglesia que extiende su nombre a la dicha plazuela.

Ello fue el detonante de la llamada "vocación cervantina" de la ciudad de Guanajuato. Después vino la decisión presidencial de señalar a Guanajuato como sede del Primer Festival Internacional Cervantino, en septiembre-octubre de 1972, que ahora acaba de cumplir su 38 edición.

En ese contexto —quince años después como arriba se dijo— se inaugura el Museo Iconográfico del Quijote y se realiza el primer Coloquio Cervantino Internacional, evento impulsado por Eulalio Ferrer quien encontró en la ciudad y su atmósfera el ámbito apropiado para cobijar su entusiasmo por el Caballero de la Mancha.

A lo largo de veinte años se realizaron estos encuentros académicos cervantinos que convocaron a más de trescientos cervantistas, investigadores, artistas e intelectuales relacionados por el idioma y la temática quijotesca.

El apoyo y colaboración de la Universidad de Guanajuato se dio desde el primer Coloquio y fue desde el sexto (1993) que el que esto escribe se incorporó formalmente como representante universitario en la organización de los encuentros, así como relator oficial de los sucesivos coloquios en el cuidado y responsable de los textos pertinentes en las memorias respectivas.

Sin embargo fue en el año 2000 a la víspera del XII coloquio, que el rector de la Universidad de Guanajuato, el Lic. Cuauhtémoc Ojeda Rodríguez (lamentablemente recién fallecido y a quien con agradecimiento se dedica el texto presente), solicitó al suscrito un proyecto para consolidar la presencia de los universitarios del país con el objeto de vigorizar la asistencia a los eventos y que ampliara directamente la repercusión de los esfuerzos logísticos y económicos del coloquio en los campus universitarios de la República Mexicana.

Dicho proyecto cristalizó, con el respaldo directo y material de la Universidad de Guanajuato, con un sistema de becas universitarias que garantizaron una asistencia de un promedio de ciento cincuenta universitarios, por Coloquio, comprometidos con el evento en su realización y difusión en las fechas posteriores; amén de la participación directa de profesores y estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guanajuato.

Tal proyecto y participación cercana y académica de la Universidad de Guanajuato, se mantuvo a lo largo de los rectorados del propio Cuauhtémoc Ojeda, Sebastián Sanzberro (QEPD) y Arturo Lara López.

La cercanía de Eulalio Ferrer con la Universidad de Guanajuato, con el gobierno del estado de Guanajuato —principalmente con quien se desempeñó como ejecutivo estatal y ex rector de la propia Universidad, Juan Carlos Romero Hicks— y la brillante gestión del arquitecto Alfonso Alcocer, cristalizaron en una época que hizo de la ciudad de Guanajuato un centro de reunión internacional cervantista de primer nivel, ponderado por los propios líderes de los estudios cervantinos en España, resto de Europa y el continente asiático tan aparentemente alejado de los ámbitos idiomáticos y culturales.

Los cambios

Desgraciadamente la desaparición física de don Eulalio Ferrer, prevé el "cambio de rumbo" de los coloquios cervantinos; en efecto, durante los primeros días de noviembre de 2009 se realizó el último de los coloquios bajo el formato y congregación que se han reseñado; tal coloquio, como era de justicia propia, se signó bajo el lema convocante de Homenaje a Don Eulalio Ferrer donde campeó el recuerdo emotivo al español-mexicano que generó y animó estas reuniones ya trascendentales.

Varios de sus cercanos amigos asistentes contemplaban melancólicos las pinturas y esculturas del Museo y degustaban un tinto en salud y recuerdo de Eulalio Ferrer.

Como era previsible, al relevo de la Fundación Cervantina, los criterios y nuevos formatos, relevaron de su cargo, en febrero 2010, al arquitecto Alfonso Alcocer y con él al equipo de trabajo para la realización de los Coloquios Cervantinos.

Por ello, y por acuerdo con la Rectoría general de la Universidad de Guanajuato, el responsable de estas líneas, no tiene ninguna representatividad universitaria en los futuros coloquios y espera la comprensión de los colegas universitarios que animaban estas reuniones, verdaderos espacios lúdicos, que detonaron la reflexión y el gusto por el idioma vivo de Miguel de Cervantes.

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