14 mayo 2010

El CONACULTA te cambia la vida, oh, sí


Bueno, en realidad la no te cambia la vida, pero si pretendes escribir en los tiempos del CONACULTA debes de seguir los siguientes consejos.
1)   No pierdas tiempo en experimentaciones narrativas, ni en renovar los géneros literarios. Ya ni pienses en hacer la obra “maestra”, no, para nada, lo que debes de hacer es meterle toda la galleta posible, así como si fuera tu obra maestra a la redacción de tus currículums y planes de trabajo.
2)   Ojo, si pretendes ser escritor, piensa en que debes de llegar a fuerza, a la tercera obra. ¿O cómo es que pretendes sobrevivir sin pertenecer al Sistema Nacional de Creadores. ¿Vivir sin becas es vivir en el error?
3)   Por favor, no te pelees con nadie. Recuerda que ese pobre diablo al que siempre ninguneaste puede ser el decisivo jurado de mañana.
4)   Estimados radio escuchas, si ustedes tienen alguna crisis por no saber cuándo exactamente se deja de ser joven, sólo revisen la convocatoria del CONACULTA, más claro ni el agua: a los 35 ya perteneces a la otra división. Es tiempo de pedir la beca en la otra división.
5)   No creas en generaciones y mucho menos en afinidades estéticas, ahora lo único que existe es el grupo de becarios.

Para los que quieran seguir escuchando los buenos consejos de Rafael Lemus, compren el más reciente número de la revista letras libres cuyo tema es precisamente La política cultural: un modelo para armar. Entre los autores que le entran al quite se encuentran: Armando González Torres, Roger Bartra, Antonio Castro, Juan Carlos Reyna y Gabriel Zaid. Buen número sin duda alguna para todos los que nos entretenemos con estos temas.
         Más allá del relajo, Rafael Lemus en el artículo: El estado de las artes, en el apartado de literatura, pone el dedo en la llaga en relación con la función del CONACULTA, y sobre todo con la declaración que hizo Consuelo Saizar el 13 de abril: “Vamos a dar cientos de becas vitalicias”. Nos dice Rafael Lemus que el mayor riesgo es que se invierta tanto en los creadores, se procure tanto su existencia, que al final se termine por aislarlos.  Lemus: “Hay que ver ya a esos autores, tutelados y subsidiados, que producen mezquinamente  para justificar el próximo subsidio y tutelaje. Hay que imaginarlos –o evitar imaginarlos- ahora que las becas podrán renovarse año con año: escribiendo para turbar a los vecinos ni para cerrar la brecha abierta entre el mundo y la literatura sino para seducir a los miembros del jurado.

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