28 diciembre 2008

Aún maldito: Sobre Eusebio Ruvalcaba


La luz de Rimbaud (y no su oscuridad) se refleja aún en la poesía latinoamericana. La necesidad (o destino) de convertirse en el poeta vidente, en el gran enfermo, tal como lo redactó Arthur Rimbaud a Paul Demeny en su correspondencia literaria tiene su resonancia en El diablo no quedó defraudado de Eusebio Ruvalcaba.
Tal vez para el lector de poesía distinguir entre las elucubraciones epidérmicas que ha inundado la “poesía”de fin de siglo, sobre todo en las “liberadas poetizas” y las pocas voces enfermas.[1]
Ruvalcaba, perteneciente a la generación de los cincuenta, ha experimentado grandes triunfos, los de los “grandes escritores”, el Agustín Yáñez y el Charles Bukowski, por mencionar algunos. Sin embargo, el mayor de ellos ha sido la creación de su público lector, bastante nutrido por cierto.
Como son las cosas en la literatura, la obra de Ruvalcaba ha tenido mucho más éxito en el terreno de la narrativa, ya que la loca de la casa (la poesía) se limita a la aparición esporádica en editoriales universitarias e independientes.
Destacábamos al principio de este artículo que para un lector de poesía (me faltaron las mayúsculas), no es difícil distinguir las elucubraciones de los poetas que confiados en las fórmulas de la espontaneidad erógena pornográfica, que no deja nada a una segunda lectura (si es que se alcanza la primera). La mayoría de ellos son “excelentes lectores” de los beats norteamericanos, y Bukowski desde luego. Cabe señalar que a penas tuve la oportunidad de leer un poemario en donde desde el título se presumía de mucha oscuridad en donde en un solo poema que desde luego tenía como tema principal la locura, la dichosa palabra se repetía por lo menos unas treinta veces, en un poema de ¡cuarenta versos!, ¿quién decía que si quieres hablar de la rosa no habría que describirla sino hacerla florecer en el poema?

Gary Zinder, poeta y teórico Beat, nos dice que el poema se origina en la respiración, en el acto de inicio de una vida. Argumenta que la gente no se da cuenta de las cuestiones básicas de la naturaleza, por ejemplo: la tierra en la que crecen las verduras, los ojos de las animales, su inteligencia y sensibilidad, ¿quién extrae nuevas energías de estos elementos?
¿Qué es lo que pasa con el concepto de naturaleza en relación con el hombre? ¿por qué no se sabe cuál es la posición del hombre en la naturaleza?.
Siempre he pensado que el conocimiento acerca de los objetos que nos rodean deben ser pleno. La curiosidad nos debe llevar a conocer de cabo a rabo el tejido de sus secretos. Al parecer la “naturaleza” del hombre moderno impide que esta curiosidad fluya ¿o será otra de las jugadas de la nueva naturaleza? Por ejemplo: ¿cuál es el proceso para fabricar un clip? ¿cuál el de un bolígrafo? ¿un cd? ¿cuál el de un poema? Al parecer sólo basta con obtener, escribir con el bolígrafo sin saber de qué está hecho, impresionarnos de un poema sin saber por qué, y aunque en esto radique la magia de la poesía para un lector ocasional, para un lector crítico es lo esencial, desde luego, me refiero a los distintos procesos del poema ¿existirá la esencia aún?
Los poetas de este tiempo, desde Rimbaud hasta Ruvalcaba, conciben al poema como el origen, como una respiración, sólo que ellos aspiran el aire intoxicado de la modernidad y la destrucción.
Los Dionisiacos, los aún malditos, conciben su poesía como un reflejo de una arquitectura en ruinas, un cosmos que los mira como si fueran un árbol, como una antena aérea en busca de un aliento que les de la vida.
En la misma carta que mencionamos al principio de este artículo, Rimbaud hace algunos comentarios que nos ayudarán a comprender el proceso de la poesía de nuestro autor:


“[…] El primer estudio del hombre que anhela ser poeta es su autoconocimiento total. Escudriña su alma, la inspecciona, la toca, la comprende. Desde que la conoce, debe cultivarla. Esta parece simple: en todo cerebro se cumple un desarrollo natural. ¡Cuántos egoístas se proclamaban autores, y hay tantos otros que atribuyen su progreso intelectual! Pero se trata de hacer el alma monstruosa a la manera de los robachicos. ¡Vaya! Imagínese un hombre plantando y cultivándose verrugas en el rostro. […]”[2]

Independientemente de la inclinación poética el poeta tiene la responsabilidad de escarbar en su alma, de convertirla en la principal materia de conocimiento, y desde luego, cultivarla.
Ya en el caso de los poetas dionisiacos, orientación indiscutible de Rimbaud y Ruvalcaba, ese conocimiento y cultivo del alma tiene que ver con su destrucción, en convertirla en algo monstruoso a través de ir sembrando el mal en sí mismo para llegar a un conocimiento total.
Aunque sea una falacia bastante recurrente para la teoría literaria el de comparar la vida del autor con su literatura, para la lectura de poesía este hecho nos ayuda a extender el significado, y sobre todo para entender el proceso poético.
Ante los ojos de sus amigos y las personas que lo conocen, Ruvalcaba es el mejor ejemplo del hombre que planta y cultiva verrugas en su rostro. Que quede claro. Sin embargo lo que nos interesa en resaltar en este artículo son los resultados de ese cultivo, es decir el poemario El diablo no quedó defraudado, frase tomada de James M. Cain que también hace función de epígrafe, junto Paul Auster: Fue entonces, después de pronunciar estas palabras, y Josefina Vicens: Lo peculiar, lo sobrecogedor, era que nada era viejo/pero todo estaba como prematuramente, /urgentemente envejecido.
Publicado por la editorial DAGA en el año 2000 en la colección Carmesí Coagulada, Ruvalcaba nos hace entrega de cuarenta y tres poemas, todos sin excepción bajo la temática de la experiencia etílica y sus temas satélites: nostalgia, mujeres y música. Cabe destacar que algunos de los poemas tienen los mismos títulos usados por Malcolm Lowry como un homenaje del autor por su “lucidez implacable que ha ahondado en el alma del alcohólico”.
Podríamos hacer comentarios de cada uno los poemas, sin embargo por razones de espacio y por qué no, también de gustos, hablaré sólo de algunos, como: El fuego es el verdadero rostro de los hombres, Está bien que así sea, Un poema sobre la misericordia de Dios, y 10: 15 am,, poemas que a la manera de T.S. Elliot, sirven de estructura rítmica al poemario.

Comencemos con un breve poema dedicado a David Magaña, editor y amigo de Ruvalcaba:

EL FUEGO ES EL VERDADERO ROSTRO DE ESTOS HOMBRES
Para David Magaña

Un hombre crudo
Auténticamente crudo
Mortalmente crudo
No se atreve a mirarse al espejo
Aunque la superficie pulida
Ejerza una fascinación en él.
Como el fuego en el hombre primitivo.
Porque el fuego es el verdadero rostro
De estos hombres.

Como parte de ese autoconocimiento del poeta. Ruvalcaba hace reconocimiento del alcohólico (al otro día), lo que queda de él después de la batalla. El Mortalmente crudo, es el marginado de sí, el incapacitado para reconocerse en el reflejo de la superficie pulida, con pena de sí. Sin embargo, cuál es la fascinación que ejerce en él esta superficie, será acaso el fuego, la luz de esa naturaleza primitiva que aún vive en el alma del poeta ¿es él ese fuego? ¿su rostro?


El segundo poema que comentaremos es un sutil testamento de poeta:

ESTÁ BIEN QUE ASÍ SEA
Para mi hijo Alonso

Saboreo el ron
Que habrá de irrigar mi sistema circulatorio.
Porque cómo se acelera el corazón
A partir de los primeros tragos.
Como si alguien lo espoleara desde el infierno.
Veo a todos estos borrachos que están
Recargados
En la barra
Y siento que Dios se apiada de mí.
Me miro en todos ellos porque sé que todos
Ellos se miran en mí.
Cada vez que alguien traspasa la puerta de
Vaivén
De esta cantina
Creo que será mi ángel de la guarda que viene
Por mí
Creo que ese ángel guardián se acordará aquí mismo
Y pedirá su trago.
Molestará a los que estén a su lado.
Los despeinará con el viento de sus alas.
Les hará creer que les habla una dama.
A mí no me dirigirá la palabra.
Simplemente me dirá salud con la vista y el vaso inclinado.
Algún día dirá mi hijo de mí:
“Sólo recuerdo su aliento a ron”.
Y está bien que así sea.

Tanto en el primer poema como en el que estamos comentando el juego de reflejos mediante espejos y miradas develan las distintas perspectivas de significado en la poesía de Ruvalcaba. Con el ron, el poeta aprende a mirar, “Me miro en todos ellos porque sé que todos/ Ellos se miran en mí”. Con el ron los sentidos se distorsionan y la experiencia etílica se convierte en un sublime acto poético, aunque el ángel no le dirija la palabra, pero la de su hijo sí. ¿Qué se puede comentar de un final así? Está bien que así sea ¿no?

Como tercer ejemplo de la poética de Ruvalcaba, hablaremos de un homenaje que hace el poeta a Malcolm Lowry, maestro del rito etílico:

UN POEMA SOBRE LA MISERICORDIA DE DIOS *
Para Paco Valencia

Hace unos cuantos días me asaltaron
Por segunda vez.
Salí con suerte.
La libré porque no era mi hora.
Reflexiono esto aquí, acodado en la barra.
Bebo mi ron y dejo que el ron me beba a mí.
Que se apropie de mi persona.
Es maravillosa esa sensación.
Que el ron se vaya apropiando de tu persona.
Como los asaltantes.
Físicamente no eres más dueño de tu cuerpo.
Estás a expensas de un elemento extraño.
La vida, entonces parece irse.
Desplegar las alas y abandonarte
Como un cuervo contra el cielo azul.
Hacer volutas como el humo
De un cigarro que está por apagarse.
La vida, entonces, parece irse.
Viajar hasta ámbitos
En los que la existencia se mide por gramos.
Bebo y dejo que la imaginación se adueñe de mí.
Esto significa que me reduzco hasta mi
Dimensión más íntima.
Hasta lo que soy de veras, hasta mi primera
Partícula.
Porque el ejercicio de la imaginación no te hace
Crecer
Sino reducirte. Te exprime hasta que no queda más de ti.
Exactamente como ocurre cuando te asaltan.
Que alcanzas tu punto más pequeño.
Por un camino o por el otro se llega a lo mismo.
Reflexiono estas cosas mientras el nivel del vaso
Va bajando notoriamente.
Como un termómetro con ron en lugar de
Mercurio
Que quisiera llegar a cero grados centígrados
La temperatura de la muerte.
Así va mi inteligencia: de la cima al abismo.
Me digo esto y Malcolm Lowry me sirve la siguiente copa.


Ruvalcaba dibuja un paralelismo entre el asalto como delito, y el asalto de un elemento extraño que lo hace delirar. Con la ayuda de la imagen del ron el autor experimenta otra realidad. El líquido se apropia de su persona como los asaltantes, y la vida se va. Es ahí, en el límite en donde el poeta habla consigo mismo, explora su alma, sobre el proceso creativo: “Porque el ejercicio de la imaginación no te hace/Crecer/ Sino reducirte/Te exprime hasta que no queda más de ti. /Exactamente como ocurre cuando te asaltan”. En este poema dos realidades se diluyen dentro de la copa de ron que es servida por Lowry: “Por un camino o por el otro se llega a lo mismo”.


Para cerrar esta serie de comentarios sobre la poesía de Eusebio Ruvalcaba, hablaremos del poema más contundente del cuaderno 10: 15 AM, dedicado a Emiliano Pérez Cruz, narrador “literatozo” de la Ciudad de México que comparte con Eusebio una afinidad de postura literaria:

10: 15 AM

Para Emiliano Pérez Cruz

La puerta está entreabierta
Y la gente se me queda viendo.
Aquella señora que va con su hijo
Me señala –ojalá nunca termines así.
Veo pasar la gente.
No sé por qué me miran.
Si será sólo por curiosidad.
Como la gente cuando mira un chango
En el zoológico.
Estoy solo.
Sentado aquí. Con mi trago.
Que bebo poco a poco.
Muy poco a poco.
Cada vez que miro la calle
Alguien me mira
De los que pasan.
Cada quien piensa algo.
Algunos me criticarán.
Otros tendrán envidia de mí.
Quisieran estar solos, como yo.
Sin la mujer.
Sin los hijos.
Solos a esta hora de la mañana.
En que la gente se dirige a su trabajo
Con un dejo de tristeza en los ojos.
No hay ninguna diferencia
Entre todos estos
Y yo mismo.
O tal vez esta mañana llena
De sol
Sea la única culpable.


Bajo esa mañana de sol, el gran enfermo observa a la gente decente y ellos lo observan como animal de zoológico. Son las dos partes, las dos realidades que vive el poeta. Volvemos a encontrar el juego de reflejos, pero ahora el cinismo del poeta se impone: “Algunos me criticarán/ Otros tendrán envidia de mí/ Quisieran estar solos, como yo. / Sin la mujer. /Sin los hijos. /Solos a esta hora de la mañana.” La voz cínica es la misma del hombre que conoce la arquitectura de la humanidad. Se hace vidente.

La poética de El diablo no quedó defraudado de Eusebio Ruvalcaba se resume en ese camino largo del principio del sufrimiento, de la descomposición de los sentidos a través del alcohol, quizá para perderse en otra realidad, para experimentarla y padecerla.

El fondo del poemario, es el testimonio del poeta con voz marginal, con intenciones de conocer todo lo que está dentro de él, de su alma:

“[…] Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura; él busca por sí mismo, agota en él todos sus venenos para conservar sólo las quintaesencias. Inefable tortura donde hay toda la necesidad de toda la fe, de toda la fuerza sobrehumana, en la que él llega a ser entre todos el gran enfermo, el gran criminal, el gran maldito -¡y el supremo Sabio! Pues él llega a lo desconocido […]”[3]


¿Quedó defraudado?





Cuetlaxcopan, año de la Peste













[1] Concepto que se irá desarrollando en el transcurso de este breve artículo.
[2] Jean Marie Carré., Cartas de la vida literaria de Jean Arthur Rimbaud, UNAM, México DF, 1995, p.26. (Trad. Marco Antonio Campos)
[3] Ibid., p. 37

1 comentario:

ANTAR dijo...

INTERESANTE.

SALUDOS