28 diciembre 2008

El desfile de las vacas sagradas: ¡Felicidades René por los 40 de los Juegos!




Existen muchos motivos para celebrar los cuarenta años de la publicación de Los juegos de René Avilés Fabila. La primera, y quizá sea la principal, es que la novela esté resistiendo la prueba del tiempo; a pesar del temperamento con la que está escrita o gracias a él, el texto no ha perdido lazos con el lector del siglo XXI; sin embargo, la obra exige un lector inmiscuido en los acontecimientos culturales que marcaron la década del sesenta: los concursos de pintura, de cine y las fiestas ago-gó en las que participaban los intelectuales de la época; sin embargo, no hay nada más vigente que el comportamiento del intelectual vacasagrada en su paso por la República de las Letras, llegando a convertirse en una especie de Mito, paso obligado que seduce a todos los suplicantes. ¿Quién no ha leído declaraciones como estas en las secciones culturales de los periódicos o escuchado este tipo de comentarios en los cafés?:

-Son textos que intentan sacudirse el peso de una tradición literaria pésima, mejor aún: es un libro que intenta darle al país una literatura importante, traducible y aceptable en otros países donde sí existe una tradición literaria.

O esta

El éxito de la novela rebasó en mucho lo previsto. El prestigio de Ruperto se extendía, ganaba territorios. Primero el país completo. Más tarde toda América. Por último Europa. Ahí es donde me importa ser conocido; en el anciano continente mi obra sí podrá ser comprendida y valorada en una extensión total, dijo antes de encerrarse en su lujoso despacho (colmado de libros en diversos idiomas). Una vez dentro, poniendo cerca la de whisky, escribió las primeras cuartillas de su segunda novela.

¡Qué estilazo, ¿no?!

Hoy, continuamos, como hace cuarenta años leyendo los Juegos, y el nombre de Ruperto Berriozábal lo podemos intercambiar por muchos eruditos que inundan las publicaciones literarias, inclusive hasta programas de televisión de no muy buena salud, ya saben, el intelectual tiene el compromiso de educar al pueblo por los medios en que se pueda, además, no es malo un poco de publicidad para hacerse presentes. Lo increíble, es que el complejo Berriozábal no sólo se presenta en las capitales, sino en cualquier comunidad, es como dice el dicho: a cada capillita le llega su Berriozabalcito; pero además de todos tamaños, colores y dominio genérico y además sin obra y aquí entre nos: sin escribir.
Pero todo comenzó como un juego; el problema es cuando uno se la cree.
Otro de los puntos que hay que celebrar, sin duda es el sentido del humor que desborda la obra. La ironía que manejó René en esta obra es sublime y enrrabiadora porque en realidad no hay quien se salve, intelectuales progresistas, subdesarrollados chovinistas en defensa de la revolución mexicana, maestros universitarios, féminas en el ejercicio de la crítica, onderos desmadrosos, políticos arcaicamente priístas, de todo, ni él mismo pudo salvarse como personaje.
René, gracias a su sentido del humor, se convierte en un gran ojo que actúa como francotirador o radiólogo del entorno cultural mexicano:

-¿Y la idea de la novela?
-Se trata de una novela sensacional. El asunto central destila alcohol, sexo y violencia. Ya verá. Toda ella escrita en un estilo demoledor y contundente. Les voy a enseñar a esos mafiosos cómo se escribe. Será una obra original, sin las mentadas influencias.
-¿Cómo dice?
-Quiero decir que la novelita en cuestión no tendrá influencias de ningún novelista, porque no he leído a ninguno. ¿Sabe?, es lo mejor para no contaminar el estilo.
-Sí claro. Sus autores favoritos en poesía.
-Mire, me gusta Nervo, al menos lo que conozco de él. Tengo mala memoria pero al puro vuelo puedo decirle que tengo predilección por el señor que escribió El brindis del bohemio, el de México creo en ti, porque tu nombre algo tiene en el nopal …, ése y tantos otros. Yo leo todas las noches Florilegio poético del idioma español, qué librazo, señor, qué librazo.

En contraposición con:

Gran animación. Los murmullos van y vienen, vienen y van, según las corrientes de aire que penetran por las puertas abiertas. Las mujeres lucen elegantes dentro de sus vestidos o pantalones ep, pop, top, op, sop o confeccionados con materiales folklóricos. Los hombres, en su mayoría, desdeñan el traje (es burgués, para gente prejuiciado) y visten suéteres gruesos con grecas vistosas, pantalones de mezclilla, calcetines de lana y mocasines de audaz diseño; pelo muy a la inglesa de nueva ola. Casi no hay viejos; jóvenes y ya.

Sin embargo, lo que habría que celebrar con mucho mayor gusto es el valor con la que fue escrita la obra, en un momento en donde las vacas eran poderosas y productivas; hoy convertidas en vacas viejas, improductivas que tragan todo lo que esté a su paso.
Gracias René por celebrar en Puebla, los cuarenta años de la publicación de Tus juegos.

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