08 julio 2008

CARTA A LA PRESIDENTA MUNICIPAL DE PUEBLA, SRA. BLANCA



EL GRITO DE LAS NUBES TERRESTRES

DISTINGUIDA SEÑORA:


Como usted sabe, en los altos y en algunas de las laderas del cerro de la colonia la Calera, aún queda un tramo de bosque que la Diosa Madre (la naturaleza) hizo mágico.
Está rodeado por uno de los paisajes más fabulosos, poderosos y dramáticos de México:
La Malinche, El Pico de Orizaba, el lago de Valsequillo, Don Goyo humeante (despierto) y La Mujer Dormida: ni el mismo Dr. Atl o José María Velasco, lo podían soñar. Debido al crecimiento indetenible e irracional de la mancha urbana, además de las infinitas ambiciones de las constructoras, este bosque maravilloso está por desaparecer. Con el desaparecería una flora y una fauna sorprendentes, única en México y el mundo (ya secaron el jagüey que albergaba su vida acuática de temporal, cirros amarillos de pequeños lirios y nimbos de nenúfares rosas ya se fueron): encinos, abetos, pinos de acero y otros árboles, cactus y magueyes, de un follaje y colores extraordinarios, increíbles -nubes terrestres- en tonos pasteles de una paleta finísima donde el magenta, el violeta, el oro, el verde, el café, el azul y el rosa se combinan para dar la sensación de que el cielo, o el reino de las hadas, bajó a la tierra: en el verano este tipo de textura del follaje, que absorbe la luz, como una esponja invisible del aire, vuelve todo el paisaje de oro, son algunos minutos donde todos los templos dorados del mundo palidecen ante esta tarde sagrada, con este bosque de oro, con este mar dorado que flota frente a nosotros, llenándonos de místicas esperanzas, de asombro extraordinario.
Este soto, este milagro, y su frondosa vegetación de hierro creció durante siglos enraizando, como un portento de la fuerza de la vida, del triunfo sobre la muerte, entre el suelo de mármol del lugar y el sueño del ser (la comarca da comienzo a una de las principales zonas de fósiles de Mesoamérica, incluso sus piedras son maravillosas, provenientes de un lejano mar y de grutas hechizadas y no las veríamos ya más), bosque bajo pero muy alto, que ascendió sobre el páramo de la piedra fría. Canto a un Dios mineral, antífona frente a la Tierra Baldía. Nunca descubriríamos ya las flores más bellas, extrañas y delicadas que como ninfas, de pronto, se aparecen en sus claros, el encantamiento de su olorosa Flor de mayo, la rarísima voz de las “orquídeas” del desierto selvático. Se irían para siempre insectos que seguramente quedaron varados de una época prehistórica: avispas rojinegras, que de tan gigantes apenas si pueden volar a metro y medio de altura, como pequeñas brujas. Grandes hormigas rojinaranjas, como ositos de peluche, las más hermosas del mundo. Una gran variedad de mantis religiosas, caracoles terrestres titánicos, chapulines como oleajes oceánicos andantes, rampantes. Grillos fabulosos y otros insectos increíbles como mariposas y coleópteros nunca vistos. No veríamos jamás reptiles que son el eslabón perdido entre las lagartijas y las serpientes, casi iguanas de tornasolados azules y naranjas, lagartos fantásticos, lagartijas-serpientes o serpientes con extremidades (escorpiones), sapos camaleones con cuello de brontosauro, serpientes de agua y terrestres de gran hermosura. Nos abandonarían las abundantes liebres y conejos, las comadrejas, los mapaches y extraños zorros plateados que se camuflan fantasmagóricos bajo el inmenso desierto abierto de la luna más luminosa. Desaparecerían para siempre aves que se salvaron del último naufragio del paraíso: grandes pájaros azul cielo, aves naranja y amarillo, naranja y café, amarillo y gris, variantes vistosísimas de cardenales, avecillas amarillas de trinos solares altísimos, cantos de asombrosa colorimetría, halcones enormes, águilas anidando en nubes de eucalipto… seguramente un ornitólogo inteligente sabrá que esta comarca es la ocasión para inmortalizarse. Estos brillantes seres nunca nos dirán su nombre, nunca sabremos sus motes, nuestra lengua se empobrecerá. Los biólogos, las gentes cultas y sensibles, la sociedad en general, de Puebla, de México y del mundo deben de acudir a socorrer este lugar, esta fantasía vital.
Como usted sabe, ya la destrucción (por urbanización), de una parte de este bosque, de este prodigio, ocasionó que se perdieran para siempre la mayor parte de su flora y fauna únicas, únicas de verdad. Ya la constructora inició de nueva cuenta la destrucción-urbanización (en el lugar donde se encuentra una joya del pasado (por transportarnos directamente al pasado): un rancho del siglo XIX, por lo menos, que Puebla debería conservar como casa de cultura, como pequeño museo, pero no lo hará). Miles de casas de interés social, un negro bosque de plástico de “rotoplaces”, tsunamis de basura, y formas muertas, sin conciencia, sustituirán este lugar mágico y sagrado, lo arrasarán, el último lugar así de la ciudad de Puebla, uno de los últimos lugares así del universo.
Parece que nunca se oficializó formalmente el hecho de que fuera decretado zona ecológica “el último pulmón de Puebla”, pero sí hay leyes que protegen a los bosques (aunque sean particulares). Parece que ahora sí dimos comienzo al fin del mundo, que éste cada vez es más y más indetenible: catástrofes, inundaciones, incendios, sequías y temblores, que llueven sobre mojado, no nos paran. Si seguimos así la predicción de los libros sagrados mayas del fin del mundo, para el año 2012, se adelantará y quedará irónica y trágicamente como superstición.
En un principio hablé de la diosa madre, la naturaleza, con el fin del mundo las mujeres, sus hijas, llegan al poder, espero que sea por algo, ellas deben estar más sensibilizadas a la tragedia de su madre (porque son madres) y más indignadas con la estulticia humana, por alguna razón llegan a los puestos desde donde algo se puede hacer por detener la masacre de los árboles, de los animales, de los bosques mágicos y sagrados como éste, ojalá sea usted una hija digna de su destino y detenga por lo menos la desaparición de una parte de este zona impar, para que los niños puedan admirar lo que es divino, absorber su conciencia, y quizá, en un futuro intenten más seriamente revertir nuestro destino. Apelamos a la sabiduría femenina, a su herencia, a su responsabilidad histórica, a su vergüenza y dignidad, aunque sabemos que a los intereses, grandes y pequeños, no les interesan de verdad la vida, ni el presente, ni el pasado, ni el futuro, son parte de la muerte, la misma muerte.

Atte.: Víctor Toledo (Facultad de Filosofía y Letras, BUAP)


Puebla, Junio-julio del 2008.

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