23 junio 2008

¿La educación como resistencia?


En julio del año pasado se llevó a cabo en la Preparatoria Emiliano Zapata el “Primer Coloquio sobre el futuro de la educación media superior”, en el cual participaron la mayoría de instituciones de educación: BUAP, IBERO, Tec de Monterrey, UPN, entre otras. El objetivo del Coloquio, por lo menos, para los organizadores fue tener un preámbulo de las propuestas educativas de ese nivel; pero no sólo de las grandes instituciones, sino de aquellas que han hecho su trabajo al margen de las instituciones; por “casualidad” fueron las más interesantes.
En el segundo día del evento se presentó el Mtro. Raúl Gutiérrez, reconocido investigador de la Universidad de Chiapas para hablar un poco acerca de la propuestas educativa de los zapatistas. De entrada, su presencia fue un acontecimiento, no hubo otra conferencia con más público que esa; además de la presencia de los medios: estrategia perfecta ¿no creen? Comenzó diciendo que aún no entendía muy bien cuál era la idea de estar en Puebla, en esa preparatoria; al ver al público en la misma situación, con la interrogación dibujada en la frente, inició su ponencia con el planteamiento de los objetivos educativos de los zapatistas: Educar para las tareas propias de las comunidades; en la sencillez de esta premisa se encuentra la complejidad del ejercicio educativo. Explicó de manera detallada la forma de operar en la cual no se consideraban ni horarios, ni aulas, sin vacaciones, sin sueldos fijos para los profesores, entre otras; sin embargo lo que llegó, casi, a incendiar el auditorio, fue cuando Raúl mencionó que la educación zapatista no contaba con la “validez oficial” ante la Secretaría de Educación Pública.
Los académicos entraron de inmediato al diálogo: ¿Qué pasa con los muchachos que quieren seguir estudiando? ¿Los que quieren ir a la Universidad?
Raúl con una breve sonrisa, explicó que lo primero que debíamos de hacer para entender la propuesta de los rebeldes era descontextualizarnos, no pensar en nuestra cotidianidad sino en la de ellos. Continúa Raúl: los pocos casos que se tienen de indios que van a la Universidad en el mejor de los casos no regresan a sus comunidades y cuando lo hacen, después de fracasar o de venir convertidos en flamante licenciados, doctores o ingenieros, lo primero que hacen es criticar el atraso de su comunidad, sentir vergüenza por su tierra.
El asunto es complicado, sin duda alguna. A pocos profesores les llegó a convencer la propuesta. Sin embargo, los que vivimos en las ciudades y que respondemos a otro tipo de valores que los zapatistas tenemos en este momento una magnífica oportunidad para evaluar nuestro quehacer. Quizá si volteamos a ver otras propuestas, las alternativas podamos crear un proyecto educativo mucho más cercano a nuestras necesidades, cual sea.
Con esto no quiero decir, desde luego, que nos soltemos el pelo y que mandemos al diablo a las instituciones, para nada; lo que sí creo es que debemos de olvidar los discursos hechos, escuchar a los jóvenes sobre sus ideales, sus valores, sus intereses.
La tarea de los profesores ya no tiene nada que ver con la imposición, con ser la imagen acartonada que todos recordamos. Los profesores hoy tienen la responsabilidad de estar atentos a lo que está pasando dentro de los jóvenes, pero déjenme decirles que además de ser una responsabilidad es lo más divertido y revitalizante terapia que se pueden imaginar. No hay de otra, habrá que aprender de otros lados; insisto, no hay de otra.

Ricardo Cartas

publicado el 23 de junio de 2008 en El columnista

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