El viernes por la noche inicié la lectura de Cómo me hice poeta de Andrés Acosta, amigo que tuvimos la oportunidad de recibir en Puebla hace un par de semanas y que para colmo no tuve tiempo ni siquiera de tomarme un café con él. Nada nuevo. El ganón fue el querido Óscar Alarcón que anduvo paseándolo por toda la ciudad y seguramente charlaron de: literatura, literatura, literatura. Se ve que hicieron buena amistad y la semana pasada se vieron en el Defectuoso; gracias al encuentro tengo mi ejemplar que por cierto es la ganadora del Premio Nacional "Juan García Ponce".
La verdad es que el viernes no leí mucho. El sábado temprano me fui a trabajar a la prepa, un poco más tarde asistí a mi programa de radio y después viajé con Mayra (y toda su raza) a Metepec. Mientras ellos jugaban y todo eso yo me quedé leyendo la novela de Andrés, que desde un principio me atrapó, prácticamente sin darme ningún tipo de chance a parar. El texto de Andrés es una crónica imaginaria sobre la atmósfera literaria de México. ¿A quién pude reconocer en la novela? Pues a muchas y muchos de la fauna literaria, de eso no hay duda, tantos que hasta me faltaría espacio para nombrarlos. Y la verdad no hay nada que me divierta más que ese tipo de referencias hacia conocidos.
Para todos los que andamos en este negocio aunque no queramos nos toca lo nuestro, pero pues no podemos negar que tiene varias dedicatorias. En un par de semanas publicaré una reseña sobre la novela, pero mientras tanto queda nombrada como LA NOVELA DE LA SEMANA.
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