05 agosto 2009

Los diálogos entre paréntesis



Prácticamente desde que amaneció he estado dialogando. Desperté y sin querer me di cuenta de que estaba hablando conmigo. Me reclamaba el hecho de no poderme despertar más temprano para avanzar en mi relectura de Cien años de soledad. Hablé con Mayra (seguramente)sobre su plan de día. Se fue a correr mientras yo decidí leer Cien años de Soledad ¡Qué terquedad de Don Arcadio! Dialogué con él, de verdad. Traté de convencerlo para que no fuera tan clavado. Prendí mi computadora para terminar por fin las correcciones de mi tesis sobre García Ponce y las Resistencias. No dialogué mucho, sólo coregí mecánicamente. Me empezó a doler el estómago, le hablé a mi estómago para pedir tregua. Miré el reloj que me advertía que ya habían pasado más de dos horas. Baño con poca agua porque me siento mal al tirarla. Me ayuda a pensar que estoy haciendo las cosas bien, o por lo menos que ando a la moda de los "hombres nuevos". Tomé el microbús porque por fin me decidí tramitar mi Carta de antecedentes no penales. Nótese que no usé el mini ¡maldito mini! porque aún no consiguen la pieza que se le desconchinfló. Mucho calor y de nuevo a las páginas de Cien años de soledad. Avancé cuatro páginas. Mi récord es cinco, pero la suspensión del micro no me ayudó mucho que digamos. Fui a mi oficina en donde tenía guardada una acta de nacimiento en donde dice que mi madre es Mauro Simitrio Figueroa Medina en lugar de Maura Simitria. Dialogué ¿con ese error me la aceptarán? Antes de que llegara a las instalaciones de la agencia de PGJ un muchacho medio maricón me abordó para preguntarme si ya tenía las fotos para la carta de antecedentes, le dije que no, y de inmediato me llevó a un negocio de fotografías ($42). Le pregunté al encargado si sacaban fotos para el título. De inmediato me dijo que sí. Me prestó una corbata muy fea y un saco que de plano era una joya de arqueología burocrática; me miré al espejo y la verdad no se me veía tan mal. Pues ni modo, hay que aprovechar. Muchos registros, llenado de formas, colas al rayo del sol. No podía seguir leyendo Cien años de soledad porque de inmediato pensé en los niños que sufrieron quemaduras en la retina por culpa de los idiotas funcionarios de la SEP. Preferí hablar con RAF para felicitarlo sobre el premio que le dio su Universidad. Dialogamos un par de minutos. Más colas. Llamadas por teléfono. Me llenaron de tinta los dedos, y después de casi dos horas ya tenía la famosa carta. De ahí me encontré con los Ultras, dialogamos sobre la posibilidad de un mundial de futbol en México. Regresé a mi casa. Esperé un poco leyendo Cien años mientras se calentaba la comida. Hablé con Mayra para ver a qué hora su cita con la nutrióloga. Dormí mientras dialogaba sobre los minutos que me hacían falta para regresar a clases. Arranqué el auto de mi papá, pasé por Mayra, hablamos, hablamos, hablamos hasta que inició el diálogo de los últimos problemas que hemos tenido. Dialogamos. Fui a dejarla a su casa. Exigió que le dijera cosas bonitas. Hablé con Guille para ver si nos veíamos en Profética, tiene tiempo que no platicamos. Dialogamos. Regresé a mi casa, prendí la computadora y escribí, dialogo con los personajes de mi novela. Ahora no sé con quien lo estoy haciendo, pero seguramente también dirá que soy aburrido. He dialogado.

No hay comentarios: