20 julio 2008

¿El dolor de cabeza inicia en la lengua?


Rondando por los revisteros del Sangron´s, mientras esperaba a que llegara la hora de una cita prohibida me encontré con una revista con un título no muy sugerente: “Educación 2001”. No entiendo por qué me decidí por ella habiendo tantas revistas con portadas tan llamativas (de las mujeres que posan mejor ni les platico). Pero bueno, mirando su contenido me encontré con un breve artículo de Antonio Domínguez Hidalgo cuyo título es Diez causas del bajo rendimiento en Español. Tema bastante cacareado por los académicos de la lengua.
Cuando lo ojeaba recordé las palabras de dos de mis maestros en referencia con el manejo de la lengua. El primero fue Eusebio Ruvalcaba que nos decía en los salones de la maestría de la Ibero: La gramática es una hembra difícil de domar. No sé si realmente fueron así sus palabras, por lo menos así las recuerdo. Y cuanta razón tiene el autor de Un hilito de sangre; si hay algo que nos provoca severos dolores de cabeza a los profesores de español es el dominio de esa hembra, pero no sólo me refiero a nuestros alumnos, si no también a los profesores de otras áreas o inclusive colegas, en el terreno de la lengua el que no cae, resbala, y el que no lo empujan. El segundo flash back que tuve fueron las palabras de mi querido amigo Juan Gerardo Sampedro en el curso de periodismo cultural: Mira Cartas, aprender a escribir es como aprender a coger, es pura práctica. Y creo que no se equivoca, el que domina la escritura no necesariamente llegó a ese nivel consultando diccionarios o manuales, quizá lo conjunte, pero la práctica es el secreto.
Regresemos al artículo de Antonio Domínguez Hidalgo. El camino hacia una buena escritura tiene otra actividad inseparable, la lectura. Sin embargo, las estrategias que ha propuesto la Secretaría de Educación Pública son ineficientes. En el punto número tres del decálogo del profe Domínguez nos señala: “Una abundante selección subjetiva de textos fragmentados, distante a las necesidades del lector y de sus búsquedas de saber; atosiga al alumnado en un lecturismo obsesivo. Con el sano propósito del magisterio de lograr el gusto por la lectura, los educandos terminan despreciándola y hasta odiándola”. Humo blanco. Desde luego que ese es uno de los grandes errores. Hace unos meses, unas profesoras de jardín de niños de una zona rural, me llamaron para que pudiéramos diseñar algunas estrategias para sacarle todo el jugo posible a la biblioteca; sin embargo a la hora de revisar los libros me encontré con textos muy bien editados pero que desgraciadamente estaban llenos de fragmentos, y además planteando realidades muy lejanas a la de los niños de la zona. ¿El resultado lo adivinan? Suenan los tambores: ¡Fracaso! Lo peor de todo es que ni siquiera existe la posibilidad “legal” de pedir a los padres otro tipo de libros con el pretexto de que ya tenemos los gratuitos. Ni hablar. Mientras, corran a comprar la revistas Educación 2001, se las recomiendo. Y un recado para los editores: no sobraría que le echaran un poco de más creatividad en el diseño de la revista, cuesta mucho trabajo localizarla en los revisteros del Sangron´s.

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