29 junio 2008

¿La educación como autonomía efímera?


Antes de iniciar, quisiera que leyeran este fragmento del libro Punks de Boutique (Camille de Toledo) acerca de un concepto que desde hace tiempo comienza a penetrar en los círculos educativos alternativos, TAZ (Zona Temporalmente Autónoma): “Concentrarse con un estado inestable de esperanza. Punto. En la edad del encierro, no pensar ya el exterior como un lugar, sino como un momento. Punto. Nunca más agotarse contra el capitalismo. Punto. Preferir lo tangente, los atajos, los banquetes entre amigos. Punto. No intentar abolir el poder. Punto. Valiendo madres. Punto. Gozar de los enclaves y con los enclaves. Punto. Considerar la gracia de los pequeños gestos cotidianos como acto de resistencia. Punto. La liberación es una palabra vana. Punto. LA TAZ es un terreno baldío, una noche. Punto. Un bolso de mujer entreabierto. Punto. Dos amantes que susurran y se besan. Los dedos del relojero sobre un reloj de bolsillo en un cine de barrio. Punto. Saber que todo lo que el Estado y el mercadeo no han marchitado todavía, terminarán por marchitarlo. Punto. En el intersticio, la TAZ es posible. Punto. La creación no se repite, es un TAZ. Se repite la producción. Qué fastidio. La TAZ es un lapso que no tiene más referentes que sí mismo. Orgasmo no mercantil, intercambio no mercantil, música no mercantil e imágenes no mercantiles. Punto. Gratuidad de boca en boca, mano a mano, cadenas en los tobillos y zona franca descarada de la coyuntura entre dos huesos. Punto. LA TAZ es una respiración, un maravilloso telegrama”.
Hilemos fino. Todo proyecto educativo es un proyecto político. De eso nadie tiene duda. El proyecto que existe en México responde a los “intereses” del poder, en cualquiera de sus facetas; y lo que necesitan esos poderes son personalidades “disciplinadas”, “correctas”, y desde luego que la gran mayoría sea apática como consecuencia de la ignorancia. Eso es lo que se pretende, pero afortunadamente los resultados no se están dando; quise decir que existen excepciones. Los éxitos educativos en México operan por excepciones. Muchos investigadores han destacado que el sistema educativo en México es débil precisamente porque los casos de éxito dependen de algún profesor, de alguna generación de alumnos, de un director en turno, de la junta de padres de familia, o simplemente por azar, del proyecto nunca se dice nada. Curioso ¿no? Pero ahí está respuesta que posiblemente podría sacar del sótano a nuestro proyecto educativo. Quizá si atribuyéramos autonomías, debidamente reglamentadas, a las escuelas mexicanas, los resultados podrían ser mucho mejores, hacer de las escuelas espacios de respiración, donde cada una responda a las necesidades de su ámbito social y del tiempo en que están viviendo.
Desde luego esta idea se vuelve imposible de llevarse a la realidad en algunas zonas donde los profesores están convertidos en adelitos, en caudillos de las “demandas populares”. Ya saben a los que me refiero. Pero existen otras que cuentan con la madurez necesaria para caminar por la autogestión, en resistencia no contra el poder, porque como dice la cita anterior, de nada sirve, sino contra la estática, contra la lentitud de los proyectos educativos que entorpecen el desarrollo real de las nuevas generaciones. No hay que dejar que esas excepciones se marchiten, por el momento es lo único que tenemos y además no hay que perder de vista que son efímeras.