21 enero 2008

Texto de René Avilés para Ricardo Cartas


Cuarta de forros
Los suplicantes, de Ricardo Cartas

Novela inquietante y novedosa, Los suplicantes de Ricardo Cartas, brilla por sus personajes y una trama inteligente. El escritor describe un mundo con frecuencia sórdido, de prostitutas, bares, tragos y reventones, que oculta algo mucho más profundo y sorprendente. La acción ocurre en una ciudad imaginaria, Perla, donde “tiran la piedra y esconden la mano”, es decir, donde reina la hipocresía. Sin embargo, bajo la superficie, hombres y mujeres desarrollan una vida intensa que quebranta los valores establecidos para darle sentido a su existencia. Julio, Medina, Ninón, Lulú, el Gordo, el Máster, Pérez, Teodoro, son algunos de los personajes que deambulan en un ambiente entre divertido, erótico y destructivo que tiene, desde luego, una intención crítica. La prosa es aguda, las situaciones novedosas, los diálogos rápidos e incisivos. El narrador es capaz de meterse en un cuerpo femenino o en uno masculino con inteligencia y hacerlos verosímiles. El desenlace de la obra es intenso e inesperado: es el “entierro de los muertos” que hace un giro y nos regresa al hedor del principio, Perla pierde la inocencia, acaso fingida, y se hace cementerio enigmático.
Hay en Ricardo Cartas un notable sentido del humor que oculta tragedias e inquietudes poco frecuentes. Los suplicantes son los mismos personajes; los hay audaces y coléricos, rencorosos y malvados, asimismo existe una asombrosa y magnífica ligereza erótica en algunas mujeres. La presencia de la cinematografía nacional enriquece la novela. El argumento atrapa: personas que buscan su destino, titubeantes, hurgando en los bajos fondos de Perla, tratando a los misteriosos apóstoles que celebran ritos que desconciertan o mueven a risa. Matar a Pérez es uno de los objetivos para desentrañar no sólo los atroces secretos de la Ciudad de Perla sino para poner al descubierto más sus defectos que virtudes. Señalemos una característica del novelista: su asombrosa calidad y enorme capacidad de narrador, primer requisito de un buen prosista: cautivar al lector, no permitirle cerrar el libro. Hacía tiempo que no me encontraba un libro que me atrajera completamente, una novela novedosa, ácida, pesimista, que propone una nueva línea narrativa, original, lejos de las fórmulas que en México han dejado de funcionar.

René Avilés Fabila

1 comentario:

Esto que estás leyendo ya no soy yo. dijo...

Ora ver y dónde consigo una, porque la vez pasada ya ni me tocó, snif!